El tiempo, en que no habíamos sabido nada la una de la otra y los casi ochocientos kilómetros que nos separaban, no fueron problema sino todo lo contrario, para empezar a trabajar en un proyecto que aunaba dos de nuestras pasiones: la fotografía y la poesía.
Ahora, que la vida nos ha devuelto al origen a ambas, después de tantos años fuera, es el momento de mostrar nuestro trabajo en la ciudad que nos vio nacer y que de nuevo nos acoge.
Los kilómetros que nos separaban se han convertido en metros, el asfalto en adoquines, ya no es necesaria la correspondencia y esos 10 años que nos ha llevado generar todo este material, ha culminado con dos meses de intenso trabajo para dar forma a este hijo que ahora nace de fotografías y poemas, de palabras y silencios, de luces y sombras, de papel, cartón, madera o algodón…
El proceso consistía en el envío mutuo, primero, de cinco fotografías, que servirían como inspiración para crear cinco poemas.
Una vez completado el primer envío, empezaríamos con el segundo, pero esta vez al revés, enviando cinco poemas que serían el punto de partida para generar cinco fotografías. Y así sucesivamente hasta completar un total de 4 envíos fotográficos y cuatro poéticos.
De esta manera vieron la luz cuarenta fotografías y cuarenta poemas con los que hemos estado conversando los últimos meses. De este diálogo y observación aperturista nace la necesidad de mostrarlos de manera diferente, saltando de su soporte habitual, el papel, a otros muchos materiales.
